We're Titanium (0/1)

Skylar se hizo adolescente antes de que sus padres se dieran cuenta, una joven con ganas de experimentar y conocer el mundo, curiosa como la que más. Fue en esa época, entre los 15 y los 16 años, cuando se dio cuenta de que la sexualidad era un espectro, daba igual con quién estuvieras mientras tuvieras esa conexión con la otra persona y fueras feliz. Aunque esa teoría no se la aplicaba, pues Skylar era una bala de nadie, se acostó con muchísima gente si ningún lazo, asegurándose que el poliamor era lo mejor, que podía estar con cualquier persona sin sentir celos al no ser pareja de esa persona. Pero eso cambió.

A los 16 fue también cuando conoció a su primer y único amor, una chica nueva en clase, una chica que Skylar la reconocía como única, perfecta en lo suyo y preciosa. Era una chica autista, no hablaba con mucha gente, más bien, cuando había muchas personas cercas de iba, se agobiaba. Pero con Skylar era diferente, cogieron confianza y se querían. Skylar nunca le dijo lo que sentía por ella, no quería asustarla pero, el peor día posible, se dio cuenta de que si lo hubiera dicho todo podría ser diferente.
Skylar encontró una nota donde la chica explicaba que se iba a ir del instituto por razones familiares (nunca le había contado demasiado sobre su familia), pero que nunca iba a volver y que la quería, agradecía todo lo que había hecho por ella y le encantaría volver a verla aunque sabía que había muy pocas probabilidades de que eso pasara.

Desde entonces, Skylar, confusa por esa repentina huida, estudiaba todo lo que podía sobre el autismo y se informaba de todas las asociaciones que encontraba por las redes, cerca de su ciudad, todo. A su vez estaba estudiando para ser editora, pues quería seguir los pasos de su padre y ser la futura jefa editora, cosa que él le prometió que le conseguiría si se lo ganaba, empezando desde abajo.

[…]

Ahora, con 30 años, la joven editora jefa de la revista de moda de Vancouver, está reformando un viejo colegio que ha comprado para adaptarlo para niños autistas, pequeños que necesitan otra clase de educación, otras formas de aprender, clases sin gente que les agobie ni risas de fondo y enseñarles a convivir con ellos por si un día quisieran estudiar fuera de su colegio. Una asociación propia. De alguna manera, eso le hacía sentirse mejor consigo misma y recordar a su primer amor, a quién  no había olvidado ni un solo momento.

El colegio no está terminado y piensa que en un futuro convendría que pudiera llegar a ser instituto y universidad, para las personas que no hayan terminado de adaptarse a la gente o para personas que no hayan podido tener ayuda y soporte antes, quiere pagarlo todo, un servicio público y para ello, además del dinero que gana en la revista, ha hecho una asociación en la que pide donaciones, apoyo y alianzas. Todo para conseguir igualdad.